28 diciembre 2012

Moral anarquista (2)

[...] Dejando a un lado las pasiones más fuertes, pensad en el hombre mezquino que engaña a sus amigos, que miente a cada momento, bien para sacar a cualquiera un cigarro, bien por vanidad necia, bien por placer de hacerlo. Pensad en el empresario que roba unos céntimos a cada uno de sus trabajadores para comprar una joya para su mujer o su querida. Pensad en cualquier otro tipo ruín. Todos ellos se limitan a seguir un impulso; todos buscan la satisfacción de una necesidad, o tratan de evitar lo que, para ellos, sería motivo de dolor.
Casi se siente vergüenza al comparar estos canallas mezquinos con el que sacrifica su existencia por la liberación de los oprimidos y sube al cadalso, como subieron tantos nihilistas rusos o anarquistas de otros países... Tan diferentes para la humanidad son los resultados de estos dos tipos de vida que lo mucho que nos atraen los unos nos repelen los otros. Y, sin embargo, si pudiérais hablar con aquel mártir, con la mujer que va a ser ahorcada, en el momento mismo de subir al cadalso, os diría que no cambiaría su vida por la de los perros del zar ni por la del aprovechado que vive de lo que roba a sus trabajadores. En su existencia, en la lucha contra los monstruos poderosos, encuentra su placer más grande. Todo lo que no sea esta lucha, las pequeñas alegrías del burgués y sus mezquinos problemas le parecen despreciables, tan aburridos, tan tristes... ''Vosotros no vivís, vegetáis - os diría-; y yo he vivido'' [...]
Moral anarquista
Kropotkin 

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