Este domingo día 10 las personas que vivimos en el barrio de Lavapiés nos manifestamos para protestar contra el
abuso de las fuerzas policiales que sufrimos a diario.
La gota que colmó el vaso y motivo de la manifestación, fue una acción policial
de la semana pasada, cuando dos agentes de paisano dispararon dos
tiros al aire para detener a dos personas que estaban vendiendo CDs en la
calle. Este hecho, si bien es desmedido y tremendamente peligroso, no es más
que una muestra del abuso de poder de la policía con las personas migrantes de
Lavapiés, que, a diario, se ven sometidas a redadas ilegales y detenciones
racistas motivadas sólo por tener un color de piel distinto.
Las personas no migrantes que integramos la Asamblea de
Lavapiés, tampoco vivimos una realidad muy distinta. La policía, bajo las
órdenes de la Delegación de Gobierno y la delegada Cristina Cifuentes, se
empeña en criminalizar las acciones que emprendemos en solidaridad con estas personas
que van a ser detenidas ilegalmente o, también, con personas que van a ser
desahuciadas. Utilizan medidas intimidatorias como identificarnos, que después se
convierten en medidas represoras cuando nos llegan las multas a casa o cuando,
incluso, nos detienen sin justificación legal alguna, más allá de la
desobediencia que siempre alegan.
Desobediencia que no se puede demostrar y que
muchas veces no es cierta. Esta misma semana unas compañeras han recibido una
multa de 300 euros por desobedecer una orden que nunca se dio. El expediente
policial dice que estas dos chicas se negaron a abandonar la plaza. Pero en realidad nunca les dijeron que abandonaran la plaza. Simplemente las identificaron, sin
mas. (Ellas explican todo el caso aquí)
Pero además de estas medidas que nos afectan a nivel individual, la policía también criminaliza las acciones
del 15-M a nivel colectivo, interviniendo las formas, llenando de robocops y
luces azules nuestras acciones solidarias y manifestaciones de denuncia, de
forma que quien las observa desde fuera se incline más a pensar que somos
personas peligrosas y no solidarias, que es lo que somos. Además, en el peor de
los casos, quizás algunas personas atemorizadas, no se animen a participar en
estas acciones.
Por ejemplo, la manifestación del domingo fue acompañada por
ocho lecheras y un coche de policía, además de un número incontable de agentes
que, o bien iban a nuestro lado en la manifestación, o bien esperaban en
algunos puntos del recorrido, como el Congreso y del Ayuntamiento, que habían
sido vallados. (Todavía me pregunto para qué). Todos los agentes iban armados y
totalmente equipados con cascos, protecciones y chaleco. Y por supuesto, no iban
identificados, a pesar de estar obligados.
Este modelo se está repitiendo una y otra vez en las
convocatorias lanzadas por el Movimiento
15-M de Madrid en los últimos meses. Por ejemplo, en la cacerolada de la noche del 15 de
Mayo hacia la bolsa, llegué a contar 25 lecheras a la entrada del edificio.
El Movimiento 15-M es pacífico. En más de un año de recorrido en Madrid no se ha incurrido en ninguna acción
violenta. Así que ese despliegue de medios es, cuanto menos, innecesario. Teniendo en cuenta el contexto
de crisis que vivimos, y que esos recursos los pagamos con
nuestros impuestos, es un acto irresponsable. Teniendo en cuenta el discurso de
austeridad con el que martillean aquí y allá, es incoherente. Y teniendo en
cuenta que la policía debe ir identificada y no lo está, es ilegal y, por lo
tanto, denunciable.
Denuncialó. El número de identificación permitiría poder denunciar los graves abusos policiales que se están cometiendo.
Sólo en la celebración del aniversario del Movimiento, 28 personas fueron detenidas y 560 fueron identificadas. Se produjeron detenciones tan arbitrarias como que algunas de esas personas no tenían nada que ver con las manifestaciones. Sin embargo, en algunas de estas detenciones se produjeron agresiones físicas. Una de las personas agredidas fue Marta. Los periodistas también se quejaron de sufrir impedimentos en el desarrollo de su profesión: informar. Y, por mucho que Cristina Cifuentes lo intente negar, represión existe y no está justificada.
Conocemos nuestros derechos, nuestras acciones están recogidas como derechos en la Constitución Española, así que la intimidación y la represión a la que nos someten, no tienen ningún efecto en nosotras. Más
allá de hacernos perder tiempo recurriendo las multas o de cabrearnos, no nos
van a hacer desistir de nuestras reivindicaciones, que además creemos justas desde un punto de vista humano (ese punto de vista que los mercados no tienen).
Por eso estamos trabajando para encontrar la manera de poder financiar nuestra defensa de esta represión absurda y poder seguir adelante y fuertes con nuestras acciones. Sin miedo.
Fotos: Juan Martín Zarza
El lunes 11, hubo una charla sobre represión en el Ateneo. Este es un pedacito sonoro y este un pedacito dibujado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario